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Contraindicaciones de los masajes: qué debes saber antes de reservar

Si piensas en un masaje para relajarte, primero revisa si tu cuerpo está en condiciones de recibirlo. No todos los tratamientos son aptos para cualquier persona, y conocer las contraindicaciones te ahorra molestias y problemas de salud.

Tipos de contraindicaciones más comunes

Embarazo avanzado: aunque hay masajes prenatales diseñados para futuras mamás, los masajes profundos o con presión en la zona abdominal pueden ser peligrosos después del primer trimestre. Consulta siempre a tu obstetra antes de agendar.

Enfermedades cardíacas y presión arterial alta: si tienes hipertensión no controlada o problemas del corazón, evita masajes vigorosos que puedan elevar la circulación repentinamente. Un masaje suave de tipo sueco puede estar bien, pero siempre bajo supervisión médica.

Infecciones de piel o herpes activo: cualquier erupción, cortada abierta o brote de herpes en la zona a tratar es una señal de parada. El masaje podría propagar la infección y empeorar la lesión.

Lesiones recientes: fracturas, esguinces o cirugías en los últimos 6‑8 semanas requieren que el masajista evite la zona afectada. La presión puede destruir tejidos que aún están curando.

Enfermedades crónicas como diabetes, esclerosis múltiple o artritis reumatoide pueden necesitar ajustes en la técnica y duración. La falta de sensibilidad en algunas áreas (por neuropatía) también implica riesgo de presionar sin sentir dolor.

Uso de anticoagulantes: si tomas sangre fina, los masajes profundos pueden provocar moretones o sangrados internos. Opta por una presión ligera y avisa al profesional.

Cáncer en tratamiento: durante quimioterapia o radioterapia, la piel está más sensible y el sistema inmunológico debilitado. Muchos terapeutas prefieren no trabajar en esas áreas hasta que el médico lo autorice.

Cómo actuar si aparecen señales de alerta

Durante la sesión, presta atención a cualquier dolor inesperado, hormigueo fuerte o sensación de mareo. Si algo te incomoda, suéltalo al masajista inmediatamente; detener la presión suele ser suficiente.

Después del masaje, observa si aparecen moretones extensos, inflamación prolongada o empeoramiento de síntomas preexistentes. En caso de duda, contacta a tu médico y menciona que recibiste un masaje.

Comunicar siempre tu historial médico es clave. Un buen masajista hará preguntas sobre embarazo, medicamentos, cirugías recientes y condiciones crónicas antes de comenzar. No temas mencionar que tienes alguna duda; la seguridad es más importante que la relajación.

Si descubres que una contraindicació​n te afecta, busca alternativas como masajes suaves en casa, estiramientos o terapias de calor que no impliquen presión profunda. Existen opciones que cuidan tu cuerpo sin arriesgarlo.

En resumen, los masajes pueden ser una herramienta genial para el bienestar, pero solo si se hacen bajo condiciones seguras. Revisa tu estado de salud, habla con profesionales y sigue las señales de tu cuerpo. Así tendrás una experiencia placentera y sin contratiempos.